Los ballets de Tchaikovsky han sido los más influyentes de todo el siglo XIX y su popularidad todavía perdura. Desde la distancia en el tiempo, no se puede olvidar que El lago de los cisnes, La bella durmiente y El cascanueces fueron productos de la Rusia zarista que los vio nacer, y cuyos valores políticos reivindican y consagraban a los ojos del público que presenció sus estrenos. El Conservatorio de Moscú también era parte de esa estructura de poder y mecenazgo zarista de las artes, cuyo director y profesor de composición fue Sergey Taneyev, un discípulo de Tchaikovsky que hizo una gran labor en la transmisión del legado de su maestro a la siguiente generación de compositores rusos: Prokofiev, Scriabin y Rachmaninov, entre otros. En un bonito guiño desde la distancia histórica entre las instituciones actuales y las de hace un siglo, por un lado, y la admiración a lo mejor de la tradición musical rusa, por otro, este programa incluye el estreno absoluto de una obra de Kuzma Bodrov, actual profesor de composición del Conservatorio Tchaikovsky de Moscú.