Revistas especializadas en la materia se han hecho eco del trabajo, destacando lo siguiente:

“José Palomino (…) se nos revela en esta grabación como uno de los más interesantes compositores de música de cámara de aquella España de la Ilustración (…) Las composiciones de Palomino, que en nada tienen que envidiar a lo que se hacía por entonces en Europa (…) obras de deslumbrante belleza y una muy sólida escritura camerística (…) El Afecto Ilustrado (…) realiza una lectura brillante de los quintetos, con un sonido muy empastado y equilibrado, rico en matices de colores y con articulaciones muy claras, con sentido del ritmo (…)”.
Andrés Moreno Mengíbar, Scherzo

“Liderados por Adrián Linares, la agrupación da de lleno en el cometido dedicando el presente doble disco a la inexplorada figura de José Palomino de la Quintana (1753-1810), uno de los asentadores en España de la corriente musical que imperaba en la Europa de la Ilustración. Una década en activo le han valido un reservado hueco en la Asociación GEMA, siendo, además, Premio Excellens de Música 2020, otorgado a Linares, concertino, garantía de la calidad de sus interpretaciones y de sus labores de investigación (…) Con pulcritud e inspiración, los del Linares recorren las dos horas de divertimento en estos quintetos inventivos en adornos y texturas, con solidez musical y acústica (…) fundiendo instrumentos en una respiración conjunta (…) la agrupación canaria ofrece lo que promete en esta excelente colección, dedicada al conde y al buen gusto galante que, sin duda, elevarán al oyente a la más alta aristocracia dieciochesca”
Carlos García Reche, Melómano digital

José Palomino de la Quintana nació en Madrid en 1753, en el seno de una familia estrechamente relacionada con el mundo de la música y el teatro. Estudiando primero con su padre, y luego con Antonio Rodríguez de Hita, maestro de capilla del Real Monasterio de la Encarnación de Madrid, llega a ser un destacado violinista, opositando a la Real Capilla de Madrid en el año 1770.

En 1773 solicita un permiso para ausentarse a Portugal, concretamente a la ciudad de Lisboa, y en 1774 es nombrado violinista de la Real Cámara de la capital lusa, cargo que ostentará hasta el año 1807. Esta agrupación instrumental será muy conocida en su época por aunar una granada selección de los mejores intérpretes de la Europa del momento.

José Palomino no sólo adquiere fama como instrumentista en el reino luso, sino que también lo hace como autor. Esta preeminencia en la vida musical y cultural de la Corte Portuguesa puso al compositor en contacto con Carlos José Gutiérrez de los Ríos, VI Conde de Fernán Núñez, y embajador de España en Portugal desde 1778 hasta 1786. Fruto de su relación con el aristócrata español, Palomino crearía los Quintetos para cuerdas con dos violas, además de otras obras de gran repercusión, como la serenata titulada Il ritorno di Astrea in Terra, compuesta para el doble matrimonio que en 1785 unió al Infante de España D. Gabriel con la Infanta Mariana Victoria de Portugal y a Doña Carlota Joaquina con D. João, Príncipe de Brasil.

A comienzos ya del siglo XIX, la figura de José de Palomino estaba tan consolidada en la atmósfera musical y cultural de la Corte que sus funciones incluyeron, además del cargo de violinista, la composición de obras por orden de la Casa Real, la dirección y organización de repertorios y ceremoniales, o la gestión de solicitudes de copias musicales. Su hermano Pedro Palomino, que había trabajado (además, junto al padre de ambos, Mariano Palomino) desde 1790 en la Capilla de la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria, ya había llevado a las Islas música de su hermano José, y sin duda alguna su contratación como siguiente maestro de capilla de la Catedral de Santa Ana de la capital grancanaria se realizaría en parte gracias a él. Así pues, cuando en 1807 se produce la invasión francesa de Portugal, y la familia real lusa se exilia a Brasil, José Palomino emprende el viaje hacia Gran Canaria, pasando primero por Cádiz, y llegando a la isla en 1808, acompañado de los hermanos Joaquín y Manuel Núñez, violinista y violonchelista respectivamente, siendo el segundo, además, yerno de Palomino.

Una vez instalado en la capital grancanaria como nuevo maestro de capilla de la Catedral de Las Palmas, inicia una serie de reformas con el fin de optimizar al máximo rendimiento la capilla de música en la por entonces Catedral de Canarias. La maltrecha plantilla del templo isleño fue entonces reestructurada y aprovechada al extremo, modernizándola en estilo y configuración. Palomino supo entonces enfrentarse a los tiempos de crisis económica que habían comenzado para el Archipiélago ya a finales del siglo XVIII, y con todo, compuso una gran cantidad de obras religiosas, exponentes de la calidad que le había caracterizado durante su período portugués.

La salud de José Palomino ya se encontraba maltrecha desde su estancia en Cádiz. Así, en 1810, fallecía en Gran Canaria, siendo su música celebrada durante mucho tiempo después en la Isla. La producción musical de Palomino se caracteriza por un abarcar un amplio rango en cuanto a géneros: desde la música de cámara hasta la creada para el ámbito religioso, pasando por obras puramente relacionadas con el teatro. No debe pasarse por alto que su previa experiencia como compositor de tonadillas escénicas en España, un género que gozó de alta estima entre la sociedad del momento, supuso un generoso punto de partida para convertirse en un prolífico autor de modinhas. Siendo además un intérprete de gran facilidad técnica, su música pensada para la cámara e incluso su producción religiosa demuestran un claro conocimiento del estilo y la estética que, proveniente de círculos musicales centroeuropeos, llegaba por entonces a la Península Ibérica.