La particular expresividad contenida en el orden y la claridad del barroco alemán y el colorido impresionista teñido de las sonoridades del nacionalismo español se ven aunadas bajo el sonido único, dulcemente opaco y profundo de la viola, en un mismo espacio con las obras de Johann Sebastian Bach y Joaquín Turina.

Johann Sebastian Bach – Chaconne, Partita no.2, BWV 1004

El autor de esta chacona es uno de los compositores más conocidos del periodo barroco y también uno de los más interpretados dentro de la música de tradición culta. De entre su producción destacan las composiciones de temática religiosa, en las que orquesta y coro tienen un gran protagonismo; no obstante, una importante parte de su obra está dedicada a la música instrumental solista y un claro ejemplo de ello son las numerosas suites que compuso para diferentes instrumentos.

Escrita originalmente para violín, aunque interpretada en la actualidad en una variedad de instrumentos, la chacona con la que concluye la partita nº 2 BWV 1004 sonará en esta ocasión con el particular matiz dulce y oscuro de la viola. Esta danza es una monumental muestra del potencial expresivo, estético y técnico del instrumento como solista. Se trata de una pieza que resulta retadora para el intérprete y deleitante para el oyente y que a menudo es tocada como obra independiente por sus características, que la constituyen como uno de los más poderosos ejemplos de música para instrumento sin acompañamiento. A lo largo de las sesenta y cuatro variaciones sobre el tema expuesto al inicio, Bach hace despliegue de un exquisito contrapunto y complejidad de ejecución, que recoge una extensa variedad técnica en una estructura en la que dos partes en re menor enmarcan con su sonido intenso y profundo una sección central de luminosa sonoridad en re mayor.

Joaquín Turina – Escena Andaluza, Op. 7 para viola, piano y cuarteto de cuerda

Una de las figuras fundamentales en la música española de principios de siglo XX es la de Joaquín Turina. Un prodigio que explora corrientes europeas como el impresionismo infundiendo en ellas  un sello personal, marcado por su propia tradición y moldeado por las influencias de contemporáneos como Manuel de Falla o Isaac Albéniz.  Su estética y sonido, cargado de reminiscencias románticas se caracterizan por el uso de lo popular, en unión a las nuevas técnicas del impresionismo francés; por sus ritmos complejos y ricos enraizados en lo tradicional.

En esta Escena Andaluza, escrita durante su estancia en París, Turina rememora las armonías y ritmos de su tierra, desplegando una expresividad exquisita contenida en dos movimientos: Crepúsculo y En la ventana, que elegantemente ilustran con la viola como solista la pasión y la ternura de los amantes. El primero de los movimientos recrea desde el primer momento el sonido de la música popular andaluza, primero únicamente con el piano para dar posteriormente protagonismo a la viola; los instrumentos del cuarteto parecen evocar por momentos el rasgueo y punteo de las guitarras flamencas, generando a su vez ricas armonías que llenan el discurso musical de un color único. El segundo movimiento por otro lado, alterna momentos de arrebatada pasión con la calma sencillez de la terneza en una pieza llena de contrastes y delicada variedad, donde la viola dibuja melodías dulces con una profunda sensibilidad.

María Sánchez García, alumna de Musicología del CSMC